UN VIAJE A LA ATLÁNTIDA

Lorena Pérez Palma. 4º ESO
Colegio San Vicente de Paúl. Alcoy

Todos los pequeños hemos tenido sueños, incluso he 
podido llegar a crear un mundo nuevo para las chicas, 
que vivían en grandes palacios, rodeadas de grandes 
riquezas…
Y para los chicos, que eran héroes de grandes ciudades, 
e incluso algunos que eran vaqueros, o rescatadores de 
tesoros en el fondo del mar.
Pero la historia que os voy a contar no es una 
cualquiera, unos dicen que existe, pero a otros les basta 
con la imaginación. Esta historia tiene unas características 
y unas descripciones que solo existen en mi mente, pero 
tú puedes llegar a formar otro mundo a partir de éste con 
solo tener tu mente bien abierta. Ahora te pido que tomes 
y sueñes conmigo.
Aquí empieza mi sueño que también puede ser tuyo.
Cada día me levanto pero cada día me es indiferente, 
hasta que un día decido volar hasta las estrellas y me 
pongo a soñar tumbada en mi cama. En mis pensamientos 
aparezco rodeada de agua e incluso llego a sentir el frescor 
de la misma en mi piel. De repente miro a mi alrededor y 
se ven un montón de colores muy distintos, verdes, azules, 
rojos, blancos relucientes. También veo muchos peces de 
colores diversos y millones de moluscos pegados a las rocas 
de mi alrededor. Me siento feliz, me siento bien. Me muevo 
lentamente y a mi paso millones de burbujas explotan 
formando divertidas formas. De repente veo que algo se 
acerca hacia mí, observo bien y me doy cuenta de que es 
una hermosa sirena. Tiene la cola de color azul y una gran 
melena dorada, los ojos son más bien achinados pero son 
preciosos. La sirena me coge de la mano y me lleva hasta 
la superficie. Allí contemplo un hermoso atardecer. El sol 
brilla más que nunca y tiene un reluciente y esplendoroso 
color anaranjado, es increíble ver como el sol se oculta 
en el mar poco a poco, lentamente. Pasadas unas horas aparece la luna que conforme va saliendo, va encendiendo
con su brillo a las estrellas.
Me vuelvo a sumergir bajo el agua, vuelvo a sentir ese
frescor en mi piel, y el cosquilleo de los peces que pasan
por mi lado. Me acerco a una roca y es muy divertido y
gratificante ver a un pececito que parece estar limpiándola,
las burbujas que suelta con cada bocado son diminutas
al principio, pero después se van haciendo más y más
grandes hasta desvanecerse. En el fondo veo una concha
que guarda con todas sus fuerzas la perla que le intenta
quitar un cangrejo.
De repente, aparece un caballito de mar y me rodea
como si se asombrara de verme, era de color lila, a rayas
azules, era muy gracioso ver como se iba corriendo al
intentar tocarlo.
Me muevo hacia delante, un poco más, y a lo lejos
puedo divisar una pequeña torre, pero cuando me acerco
más y más se va haciendo más grande, bueno más bien
gigante. Es dorada pero rodeada de algas pegadas a su
estructura.
Me gusta el mar, supongo que tal vez sea como sentir
que flotas en el universo. Con la puesta de sol los colores
habían cambiado, no eran tan vivos como antes; por lo
tanto eso hacía que pareciese más grande, más ancho,
más misterioso. Al lado de la torre había un arco, era de
piedra pero era muy grandioso, parecía muy importante.
Sentí como un cosquilleo en la espalda, como si presintiera
que allí había algo muy importante, algo que no se había
visto jamás. Llevada por la curiosidad me adentré más
aún, pasé por debajo del arco y ante mis ojos descubrí
una ciudad entera, llena de murallas y recuerdos, algunas
casas o lo que parecían ser casas eran de piedra blanca
como la luna, las demás de piedra azul como el cielo en la
noche, excepto una que era la más grande de todas, ésa
era dorada, con grandes columnas y arcos a su alrededor.
Me llamó mucho la atención porque era la única que no
tenía algas en lo que es su estructura por eso me atreví
a acercarme. Cuando estuve lo suficientemente cerca
de una columna la toqué y su tacto era rugoso pero
agradable. La observé bien y vi que tenía como una grieta
por la cual se podía entrar y me colé dentro. Era precioso,
todo relucía y tenía grandes estatuas por todas partes, tal
vez eso era como el castillo de la ciudad. Tenía varios pisos y las escaleras que los unían tenían unos grabados, junto 
con letras, muy extraños pero tenía unas formas muy 
divertidas. Se puede decir que subí los escalones y llegué 
al segundo piso. Allí había un montón de habitaciones, 
una debía ser la del Rey y la Reina, puesto que era la 
más grande de todas. La cama era de piedra blanca y el 
colchón no estaba allí, a ambos lados de la cama había 
unas mesitas. Abrí un cajón por curiosidad y vi que había 
un papel, lástima que no entendiese lo que ponía porque 
estaba escrito en un lenguaje extraño. La habitación de al 
lado era totalmente diferente a la que acababa de entrar, 
todo era de un color rosado, más bien piedra, digamos que 
como el cuarzo; era precioso no podía creer lo que estaba 
viendo, me encantaba, me fascinaban todos los colores, las 
sensaciones que había sentido y experimentado. Salí del 
palacio y me dirigí hacia una casita que estaba bastante 
alejada, entré dentro y descubrí que había un cofre con la 
llave puesta. Lo abrí y allí había un papel muy grande en 
el que decía con letras doradas: LA ATLÁNTIDA.
Me gusta este sueño y no quisiera despertar jamás, 
pero inevitablemente me despierta el despertador.
Espero que os haya gustado este viaje. Éste es uno de 
los sueños que uno puede tener cuando duerme por las 
noches con la mente bien abierta.

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